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Un falso realismo nos dice que las cosas son como las “vemos”, que existen tal cual las “vemos”. No nos damos cuenta de que nuestra visión de las cosas, nuestra visión del estado del mundo, incluso la visión de nosotros mismos sufre múltiples condicionamientos. Estar en el mundo requiere de un estado mental, discursivo, lingüístico, ideológico. Un estado mental educable. Vemos el mundo de la forma en la que somos formados.
Las palabras, sobre todo en forma de conceptos, crean mundo. Y crean mundo tanto conceptos con una cierta pertinencia empírica como conceptos poco pertinentes empíricamente pero con una gran carga ideológica y emocional. La batalla en el campo social, cultural, político, ético, educativo, económico, se juega siempre en el campo de lo simbólico, por lo tanto se juega en el espacio de la lógica del o de los discursos que compiten por apropiarse de y capturar ese campo y vencer. Se trata del intento de monopolización del sentido. Se trata de la lucha por el poder sobre las mentes. Un poder que guía la forma en que cada ser humano ve el mundo, la vida, su sentido de la vida. Un poder cautivador, encantador, que quiere hacer del pensamiento un pensamiento cautivo (Milosz).
Todo está en nuestro pensamiento si previamente se introducen unos determinados códigos de lectura del mundo y por lo tanto si previamente se coloca el pensamiento dentro del marco de un determinado tablero de juego. Seguir leyendo